Ser normal implica seguir las reglas no escritas de la mayoría, ajustarte a lo que la sociedad espera, y comportarte, hablar o actuar como la mayoría de las personas a tu alrededor. Es algo cómodo y seguro porque significa no sobresalir ni cuestionar demasiado lo que ya está establecido. Es seguir el flujo de lo conocido, lo que hace que las cosas parezcan predecibles y “normales”.
Sin embargo, cuando desees alcanzar algo extraordinario, no puedes quedarte en ese espacio de comodidad. Hacer cosas extraordinarias significa salir de lo común, atreverte a tomar caminos que otros no toman y cuestionar las normas o expectativas establecidas. No se trata solo de trabajar más duro, sino de pensar de manera diferente, ser creativo, perseverar frente a las dificultades.
Ir más allá implica romper con lo habitual, superar tus propios límites y atreverte a ser alguien que no solo sigue el camino, sino que lo crea. Lo extraordinario requiere valentía, visión, esfuerzo constante y, sobre todo, la capacidad de creer en algo más grande que lo “normal”. En pocas palabras, ser extraordinario significa desafiarte a ti mismo, a ser diferente, a buscar más, a dar lo mejor, ya no conformarte.